En la exigua frontera que separa
mi realidad de tus sueños,
en ese indefinible rectángulo privado
en el que habitan nuestros miedos,
en el filo más cortante de un acantilado
bañado por tu sol y por mis versos,
allí hemos de encontrar lugar y tiempo,
allí latido y verbo de todos nuestros silencios,
allí sorpresa, libertad y entendimiento,
cómplices de un perpetuo sentimiento,
anudados el uno al otro y ambos
a nuestro más que merecido firmamento...
Si vienes, amor,
allí nos encontraremos.
No habrá universo que os separe
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ResponderEliminarQue hermoso, Enrique, todo el poema, y allá, sobre todo al final, los dos últimos versos.
Gracias siempre por la belleza.
Un abrazo, una :)
m.
Adorei o teu Blog, espero voltar aqui e comentar tão belos poemas,
ResponderEliminartenha uma bela noite, beijos
Dulces realidades que acompañan tus palabras, y un sueño que se transforma en materia de deseo.
ResponderEliminarBesos Q, infinitos...